À bout de souffle

Remember

Una road movie no es novedad, a menos que el cruiser tenga 90 años. Si, además, el viajero es comandado a distancia, como si fuese un vehículo terrestre no tripulado, por un piloto también casi centenario, entonces la película merece, como mínimo, media hora de oportunidad.

El director Atom Egoyan, pilotos de pilotos, narra la experiencia de dos vengadores judíos que ensayan una jugada tardía, muy demorada pero oportuna. El objetivo: ajusticiar a un ex jefe de bloque de Auschwitz, rótulo nazi que salvó del escarnio al nombre del pueblo polaco que alojó a la máquina homicida más eficiente de la historia: Oświęcim.

Zev Guttman es el viejo drone gastado al cual le fallan casi todos los sistemas de navegación y memoria: sufre demencia. Max Rosenbaum (Martin Landau), su par en la conjura, lo maneja desde el comando central, un geriátrico, con precisas instrucciones escritas y certeras indicaciones telefónicas. Entre ambos suman casi dos siglos de experiencia, la visión de familias incineradas y el recuerdo recurrente de la mano ejecutora. Hay cuatro hombres con el mismo nombre en todo Estados Unidos: Rudy Kurlander, pero solo uno lo utiliza como coartada, como seudónimo que tapa la verdadera identidad del verdugo escondido. La misión de Zev es encontrarlo y ajusticiarlo, sumariamente, con el último aliento.

Pero algo pasa, algo que no debe ser revelado; un giro preciso y el modo maestro que Egoyan eligió para ejecutarlo. Esa curva cerrada en medio de la noche que al finalizar su parábola nos enfrenta al rostro de lo inesperado, convierte a “Remember” en una película singular, condenada al eterno recuerdo.

Sin vanidosos e innecesarios malabarismos de cámara o edición, Egoyan narra con certeza y sintaxis ortodoxa.

Christopher Plummer (Zev Guttman) da otra clase maestra de actuación. Sin cargo y a domicilio. GJ

#Remember #Egoyan #Plummer

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